La mayoría de discusiones sobre usabilidad web suelen ser una pérdida de tiempo. Muchas veces se discute sobre los mismos temas una y otra vez, desperdiciando así uno de nuestros recursos más importantes: el tiempo.
A veces, estas discusiones son incluso análogas a discusiones sobre política o religión. Así lo relata el experto y referencia en UX Steve Krug, en uno de los capítulos de su famoso libro Don't make me think, en el que se basa este post. Algunas discusiones sobre usabilidad web también pueden llegar a generar roces y mal rollo en el equipo.
El problema es nuestra forma de pensar
"A todo el mundo le gusta _".
Rellena la frase con lo que quieras. Los que nos dedicamos al desarrollo de sitios y aplicaciones web también somos usuarios de las mismas. Como usuarios y usuarias, tendemos a tener fuertes opiniones sobre lo que nos gusta encontrar en un sitio web y lo que no.
Quizá nos encantan los sliders con imágenes bien grandes e inspiradoras, o más bien los odiamos porque queremos ir directos al contenido. Puede que encontremos muy práctico que el menú principal esté siempre en la zona superior y los submenús en la columna izquierda, o a lo mejor encontramos esta estructura muy aburrida.
Hay muchos detalles que pueden gustarnos o parecernos inútiles o poco intuitivos. Cuando trabajamos en equipo, puede resultar difícil dejar estas opiniones fuera del debate.
A partir de nuestros gustos y convicciones generamos en nuestra cabeza una idea de lo que es "un buen sitio web" y nos creemos que la mayoría de personas sobre la faz de la tierra piensan igual que nosotr@s.
Diseñador@s vs Desarrollador@s
Este es otro problema. Pueden producirse encontronazos a raíz de nuestro rol, por las diferentes perspectivas que tiene cada uno en lo referente a qué constituye un buen diseño web.
El diseñador o diseñadora, probablemente sea una persona que disfruta mucho las experiencias visuales, sabe apreciar esos pequeños detalles que, juntos, hacen que una web se vea estupenda.
El programador o programadora, por otro lado, suele ser una persona que se siente cómoda con las cosas complejas, disfrutan averiguando cómo funcionan para aplicar esos conocimientos posteriormente en otros lugares.
Ojo, evidentemente puede haber personas que posean esos dos roles, son totalmente compatibles. Eso da lo mismo, la cuestión es que la vertiente diseñadora quiere crear sitios web bonitos, mientras que la desarrolladora quiere que ese sitio web tenga funcionalidades ingeniosas.
Todo es compatible, insisto. El problema es, como decía más arriba, que solemos pensar que la mayoría es como nosotros.
El mito del usuario medio
Cuando las opiniones personales y profesionales chocan y el equipo se atasca, se suelen poner sobre la mesa la opinión de un experto externo, un estudio, una encuesta u otros recursos para determinar lo que le gusta o no a la mayoría de usuarios, para encontrar al "usuario medio". El problema es que no existe tal cosa, no hay usuario medio.
Cada usuario es único. El uso y experiencia de la web por parte de un usuario depende de sus rasgos, temperamento, carácter, sesgos, gustos y en una infinidad más de variables. Lo peor de este mito es que refuerza la idea de que un buen diseño es cuestión de averiguar lo que le gusta a la gente.
¿Ponemos todo el contenido en una página? ¿Lo dividimos en varias? ¿Sería bueno poner un slider? No hay respuestas correctas a la mayoría de preguntas de diseño. Lo que funciona es un diseño bien pensado y testeado que supla una necesidad.
La solución
La clave es a siguiente. No es productivo preguntarse si a la mayoría de la gente le gustan los menús desplegables, sliders, etc. La pregunta adecuada es más bien esta:
Estos menús, sliders, páginas (lo que tu quieras...), junto con estos textos y contexto en esta página concreta, ¿crean una buena experiencia de usuario para la mayoría de las personas que probablemente vayan a usar este sitio web?
Y solo hay una forma de responder correctamente a este tipo de pregunta: hacer pruebas. Una vez que el equipo ha desarrollado algo, aunque solo sea una versión beta, hay que analizar cómo se las apaña el usuario final.
No hay otra forma.
Al final, las pruebas de usabilidad arrojan toda la luz que necesitamos sobre lo que funciona y lo que no, independientemente de si a unos gusta más o menos. Nos hacen casi imposible continuar pensando que la mayoría de usuarios son como nosotros.
Es mucho más productivo invertir tiempo en hacer pruebas y analizar los resultados que en discutir sobre nuestros gustos personales.